Son labores imprescindibles del supervisor dirigir y evaluar el trabajo de los funcionarios bajo su verificación, a quienes debe conocer uno a uno. Pero no son las únicas, pues las funciones del supervisor son claves dentro de las Pyme y en cualquier empresa.
Los expertos en gerencia distinguen básicamente tres tipos de supervisor:
Estilo Autocrático: son individuos que sin consultar con nadie, determinan qué se debe hacer, cómo y cuándo en forma categórica. Se caracterizan por una personalidad exagerada en las líneas de toma de decisiones. Canalizan su agresividad y la dirigen hacia objetivos constructivos.
Estilo Democrático: es el supervisor que permite que los trabajadores participen en el análisis del problema y su solución. Anima a sus hombres para que participen en la decisión. Es directo y objetivo en sus comentarios y comprueba si el trabajo había sido realizado, felicitando a quien lo merezca.
Estilo Liberal: no ejerce control del problema, prefieren que sus hombres hagan lo que consideran conveniente y deja que las cosas sigan su propio camino. Este estilo solamente da resultado con aquellos individuos que verdaderamente conocen su trabajo y son estables en su desempeño y no pierden el control cuando tropiezan con situaciones de emergencia.
Diez reglas básicas para tener en cuenta en la labor de supervisor:
- Analizar y programar el uso del tiempo, ya que este es su más precioso recurso y además es irrecuperable.
- Respetar la dignidad de las personas es la clave de las relaciones humanas. Es básico otorgar un trato ecuánime, considerado y respetuoso a todos sus colaboradores.
- Lograr siempre un justo equilibrio entre los derechos e intereses de los colaboradores, de la empresa y los de sus propietarios.
- Mantener una honrada posición entre el presente y el futuro en cuanto al objetivo de obtener beneficios crecientes. Es decir no sacrificar el porvenir de la empresa para mostrar utilidades espectaculares en un periodo.
- No concentrar funciones y asumir el riesgo de delegar. Así el supervisor desarrollará el potencial latente de los colaboradores y podrá dedicar más tiempo al trabajo específico de dirección.
- Convertirse en un maestro en seleccionar, promover, estimular y educar a sus colaboradores. No es posible el desarrollo de una empresa sin el desarrollo de sus recursos humanos.
- Estar a la vanguardia en la permanente adquisición de conocimientos.
- Soñar un poco pero jamás dejar de ser realista. Cuando piense en el desarrollo de nuevas líneas de negocio, no desperdicie lo cierto por andar detrás lo incierto.
- No violar los principios éticos ni aun en beneficio de la empresa.
- No caer en la unidimensionalidad. Todo no ha de ser negocios y el supervisor también debe enriquecer su vida en el amor y el afecto a su cónyuge, sus amistades, sus hijos, la humanidad, la naturaleza, y en la atención y el entusiasmo por otros valores humanos.