Aunque claramente el sector público es distinto al sector privado, y el mundo de las Mipyme no es igual al de la política nacional y capitalina, a continuación se plantean algunas conductas de Gustavo Petro que bien podrían convertirse en un breve manual de desaciertos de los que debe cuidarse un líder.
En todo cargo hay retos importantes que requieren de toda nuestra atención y cuyo manejo acertado nos pueden llevar a más altas posiciones. Pero es indispensable mantener ese orden: vivir la realidad del cargo actual y gestionarla. Gustavo Petro, a cargo del llamado “segundo cargo más importante del país”, siempre lució más interesado en la realidad nacional que en la cotidianidad capitalina, e invirtió más tiempo en hacerse visible para el país que en ganar el aprecio y respeto de la población y de los problemas que eran de su directa incumbencia. Uno puede tener los ojos en un cargo o una responsabilidad más alta, pero debe tener la cabeza en el cargo actual, pues un buen desempeño allí será el mejor vehículo al ascenso.
2. En la vida hay que sumar más amigos que enemigos
No se trata de ser amigo de todo el mundo. Ni más faltaba. Pero cuando se trata de liderar proyectos y grupos de personas uno no puede ver enemigos en todas las esquinas. Es indispensable construir equipos de trabajo con metas comunes con base en la confianza. De lo contrario, es fácil quedarse solo y fracasar. Una vez se es líder, se es líder de todos, no sólo del grupo del que se recibió apoyo. Petro se encargó de sumar enemigos por montones, demostrando un total desinterés en conquistar las preferencias de los que no votaron por él, e incluso renunciando al apoyo de quienes lo ayudaron, como Antonio Navarro. Ese fue un camino efectivo al deterioro de su imagen.
3. No se pueden librar todas las batallas al tiempo. Hay que librar primero las de mayor interés común
Todo líder debe tener unas metas claras a las cuales invertirle el 90% de sus energías, de tal forma que con el paso de los días tenga logros visibles y un rumbo confiable que mostrarle a su gente. Estas metas deben responder a las inquietudes de sus coequiperos. Dispersar esfuerzos puede conducir a la minimización del impacto de las acciones y de los logros. Sin entrar a tomar partido, temas como el del uso de la Plaza de Toros de Bogotá, es claro que para una ciudad que reclamaba acciones en otros frentes como la malla vial y la infraestructura en general, embarcarse en discusiones tan complejas y tan alejadas de lo ejecutivo, le restó al mandatario distrital visibilidad en sus logros.
4. Hay que hacer, pero además, hay que saber contar
No basta con hacer cosas, así sean grandes cosas. Hay que saberlas contar. Y es algo que no se soluciona únicamente con pauta o con actividades de BTL. Se trata de contar con una estrategia de comunicaciones poderosa, que resalte los atributos más importantes de la gestión y que logre que el mayor número de personas tengan una cercanía, no sólo racional, sino emocional con el líder. Las comunicaciones no pueden depender de arrebatos o arranques, o de trinos “sonoros” e inmediatitas, que a la larga pueden convertirse más en problemas que en mensajes de alta calidad.
5. La empatía personal no reemplaza el talento, pero sí lo potencia
La imagen de un Gustavo Petro mirando al techo, incluso por encima de sus gafas, y manoteando con agresividad con actitudes totalmente desafiantes se volvió muy común. Él mismo se ocupó de convertirse en un sujeto distante y a veces intolerante, al que algunas personas le reconocían buenas ideas, pero la mayoría le atribuían una ausencia casi total de carisma. No se trata de decir cosas interesantes o de hacer análisis juiciosos. El cuerpo habla, y a veces los mensajes clave pueden morir sepultados bajo una presencia escénica poco estratégica, e incluso fastidiosa.
Aún no está muy claro en que terminará este episodio de la vida nacional. Hay otros personajes muy polémicos involucrados como el Procurador General de la Nación, o instancias internacionales y mucho activismo de líderes sociales. Pero para los que nos interesa estudiar temas de liderazgo, es claro que el caso de Gustavo Petro debe ser analizado.
Aunque llegó al poder con una mayoría pequeña, el hecho de haber ganado las elecciones montado sobre el haber logrado desenmascarar la corrupción de la anterior administración le daba un gran margen de maniobra que desperdició sistemáticamente. A cada uno de nosotros nos corresponde no cometer el mismo error: no dilapidar las oportunidades de ascenso que hemos obtenido.
El empresario, hoy más que nunca, como el político, transitan todos los días en la cuerda floja. Y el liderazgo tiene sus secretos que no se pueden desconocer.
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